domingo, 2 de mayo de 2010

Cuatrocientos ochenta y cinco días

Abrí mis ojos y te vi
estabas de pie junto a mi,
me tomaste de la mano
me miraste con tus ojitos brillantes
y me pediste que te siguiera.

Cómo decirte que no
si tu roce es tan suave
si tu voz es tan dulce
si tus ojos no miran mis ojos
sino llegan hasta mirar mi alma.

Te tomé de la mano y te seguí
y caminé tu camino
y lo caminé a tu lado
decidimos juntos en los cruces
por cuál lado continuar.

Han pasado ya
cuatrocientos ochenta y cinco días
seguimos tomados de la mano
mirándonos más allá de los ojos
sintiéndonos más allá de la piel.

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